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Crítica: “Me, Earl and the Dying Girl” Una joya del coming-of-age

me and earl and the dying girl - poster

Hace varios años atrás vi esta película y recuerdo que me encantó y cada vez que me encontraba con alguna imagen del poster en la red me decía a mi mismo que debería volver a verla. Pasaron 6 años desde entonces y más nunca me senté a disfrutar de ella una vez más y con ese pasar del tiempo también olvidé por qué me gustó tanto en ese entonces. Ahora soy una persona diferente a la que era hace 6 años atrás, mis recuerdos de la cinta eran difusos, pero decidí verla una vez más y lo que puedo decir es que “Me and Earl and the Dying Girl” me rompió por completo.

“Me and Earl and the Dying Girl” es una comedia dramática del 2015 dirigida por Alfonso Gomez-Rejon basada en la novela del mismo nombre escrita por Jesse Andrews en el 2012.

La película sigue a Greg (Thomas Mann“Project X”, “Halloween Kills”) un chico de 17 años en su ultimo año escolar. Greg se mantiene alejado de todos los grupos sociales e intenta estar en paz con todos, su mejor amigo es Earl (RJ Cyler“Power Rangers”), aunque no lo llama su amigo sino su compañero de trabajo, un chico que vive en un barrio peligroso, juntos han pasado todas sus vidas haciendo pequeñas películas que parodian a los grandes clásicos del cine. Un día su madre lo obliga a pasar tiempo con Rachel (Olivia Cooke“Sound of Metal”, “Ready Player One”) quien acaba de ser diagnosticada con Leucemia.

Esta es de esas películas en las que depende mucho de tu estado mental para verla de ciertas maneras. Si la vez solo para pasar el rato sin prestarle tanta atención, puede ser una película muy egoísta en la que los personajes son un cliché, pero si te sientas a verla y a disfrutar de ella te encuentras con una joya. En esta nueva experiencia que tuve con ella pude entender más a Greg, un chico que es amante del cine y le gusta intentar hacer películas. Me sorprendió mucho la cantidad de referencias que hay a los grandes clásicos del cine, desde su sueter de “Nosferatu” de Murnau, su poster de “The 400 blows” de Truffaut, la manera en la que ven documentales de Werner Herzog solo por diversión y obviamente la cantidad de referencias que hacen con sus parodias de “A Clockwork Orange”, “Blue Velvet”, “The Shining”, “Midnight Cowboy”, “Vertigo”, “8 1/2”, etc, etc. Me pone a pensar en lo mucho que a mí me hubiera gustado conocer todo ese abanico de películas a los 17 años y tenerles el respeto que le tienen esos personajes, es un amor al cine de verdad.

Aunque claramente la película no es sobre eso. Greg parece ser un adolescente común de películas indie, pero tiene grandes problemas de apego y de confianza hacía los demás y hacia el mismo. Se niega a llamar a Earl su amigo y prefiere llamarlo su compañero de trabajo por sus inseguridades de darle demasiada confianza a alguien, aunque se conozcan de toda la vida y a las demás personas de su escuela las ve como conocidos. Todo esto comienza a cambiar con la llegada de Rachel quien convierte el filme en una historia de amor, pero que no llega a serlo. Greg encuentra en ella confort y por su leucemia y otras cosas comienza a abrirse a ella y queda siendo su amiga. Es un poco crudo y tonto que la película busque un personaje como ella solo para que el protagonista aprenda algo sobre el mismo, pero aún así, creo que en esta ocasión funciona bien.

Aparte de la historia principal también me di cuenta que de adolescentes somos realmente malos y egoístas. Creo que cuando estamos en esa época escolar en la que nos comenzamos a encontrar y empezamos a conocernos también deducimos que el mundo, hasta tal punto, gira alrededor nuestro. Un rechazo hacia nuestros padres, ver a los compañeros de la escuela como otras personas con gustos estereotipados y sin profundidad en sus vidas siendo lo más importante solo nosotros. Esto es paradójico porque, aunque Greg vea al mundo de esta manera también se resta mucha importancia a el mismo y se aleja de los demás por voluntad propia. Ve a los demás como cosa rara, pero él a la vez no se siente lo suficientemente bueno para ser parte de cualquiera de esos grupos, eso claro, sin darse cuenta que tiene su grupo con Earl, aunque lo niegue como amigo.

La posición de Earl es difícil. Un chico pobre que se la pasa en la casa de su mejor amigo clase media alta, mismo chico que se niega a llamarlo su amigo, pero aún así pasan todo el tiempo juntos haciendo películas. Earl ha aprendido a entender a Greg con por el tiempo, pero no hay que ignorar el impacto psicológico que debe ser vivir con este constante rechazo por personas como Greg.

La llegada de Rachel funciona para agitar el mundo de Greg y darle la lección de vida. Su personaje, a propósito, se le resta profundidad durante el filme para darle fuerza a la revelación del final. Esto se debe a que refleja la manera en la que Greg ve al mundo, como le cuesta aceptarse a el y a las personas alrededor no puede ver realmente quienes son o que sienten. Rachel logra, sin querer, que se pelee con Earl y esto reafirma la amistad de los chicos y la muerte de Rachel en el tercer acto funciona para darle la lección más grande a Greg, las personas son más de lo que tu crees que son, tienen gustos, sentimientos, un pasado, recuerdos, problemas y situaciones y lo más triste es darte cuenta de eso luego de que se van. No es hasta que Rachel muere que Greg puede darse cuenta de eso, el sufrimiento logra que abra los ojos a las personas, conociendo por fin lo que a ella le gusta hacer, cortar papel en sus libros, dibujar aventuras en sus paredes, ver las películas de Greg porque honestamente las disfruta, pero ya es demasiado tarde.

“Me and Earl and the Dying Girl” logra encapsular muy bien esa transición en la vida en la que te das cuenta de que el mundo y las personas tienen muchos matices y todos merecen ser explorados y escuchados. En una combinación de comedia y drama con ese look indie el director logra contar una historia que evoluciona rápidamente y te enseña a crecer. Es de esas películas que te recuerdan que la comedia es un género que puede profundizar mucho en el sentir humano y más cuando es utilizada por los personajes como mecanismo de defensa porque todos tenemos nuestros miedos e inseguridades y cada quien tiene su escudo.

Fotográficamente me recuerda un poco a las películas de Wes Anderson. Estos planos enormes y simétricos con personajes que sobresalen. Un mundo colorido y lleno de vida y ese humor que se mueve entre lo oscuro y lo absurdo, lo cual es curioso porque luego de la mitad es un drama casi en su totalidad.
Quisiera poder ver “Me and Earl and the Dying Girl” todos los años de ahora en adelante. Es un gran filme que muestra un gran amor a la vida, el crecimiento y a la cinefilia. Por todo esto y más puedo llamarla una película perfecta que puedo recomendarle a todos. Creo que no importa si eres un adulto o si eres un adolescente, este teen-movie tiene mucho que enseñar sobre la vida.

Calificación

Trailer:

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