Ha habido una buena tanda de cine latinoamericano últimamente. Puede que sea por la cuarentena y que no hay cines abiertos, así que me veo obligado a ver otras cosas, lo cual es genial y he descubierto filmes que me han sorprendido, como “Monos”.
Esta vez me encontré en Netflix “El Club de los Insomnes” de José Eduardo Giordano y Sergio Gyori Jr., una película del 2018, mexicana.
Este es una película extraña. Apunta a tener una narrativa y estética clásica norteamericana, pero a la vez tiene el estilo de producción latinoamericano. Me refiero a que normalmente cuando vez una película latina, tiene temáticas propias de la región y luchas que, de alguna manera, son autóctonas a una población específica. Al ver “El Club de los Insomnes” se ve algo diferente, pero a la vez, convencional. Es cine gringo. Fácil de entender y accesible por todos. No busca crear una discusión social o hacer una crítica política, sino llevarte en el viaje de la vida de tres amigos con sus problemas.
“El Club de los Insomnes” cuenta la historia de Santiago, un hombre con insomnio, Estela, una veterinaria embarazada y Danny, la cajera de una tienda 24 horas. Estas tres personas se encuentran todas las noches en la tienda en la que trabaja Danny y se juntan a jugar juegos de mesa y a beber, mientras nos enteramos de los problemas de la vida diaria de Santiago y Estela. De Danny nunca llegamos a saber mucho y es una lástima ya que se supone que ella quiere conseguir una beca para ingresar a una escuela de fotografía y por ahora trabaja en esa tienda. Su única función es de avanzar la trama para los otros dos personajes.
Me da un pequeño hedor a lo que era “The Breakfast Club” por la construcción de sus personajes. Los tres son muy diferentes y cada vez que entra alguien a la tienda, da una sensación de que estaban intentado escribir los opuestos extremos de cualquier otro personaje que tenían.
Al final, no sé de que se como empatizar con los personajes o con la película. Es un viaje entretenido poder ser parte de la vida de estos personajes, pero no llega a tener un wow factor, que te quiera hacer verla de nuevo.
Estéticamente también confunde. Tiene una colorimetría que parece de película de terror durante toda la película, pero es un drama personal que no tiene nada que ver y realmente choca con la experiencia restándole toda esa saturación que este tipo de producciones necesitan. De igual manera sucede con la mayor parte de la elección musical que llega a ser demasiado exagerada para lo que se muestra en pantalla.
Realmente no puedo recomendarla del todo ya que, aunque sea entretenida y tenga personajes interesantes, el final es predecible y básico. No se pierden de nada, no es una propuesta original, no es cine de autor. Lo más que puedo decir es que es de esas películas que van directo a DVD o en este caso a Netflix. Hacía falta que fuera un poco más profundo en su drama y no tratarlo todo de manera tan superficial.
También hay que decir que es bueno ver a directores saliéndose del molde del nuevo cine latinoamericano a explorar cosas fuera de las fronteras, solo que quisiera que estas exploraciones fueran más creativas.
Trailer: