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Crítica: “El Club” Una película cruda, fuerte y que no podrás olvidar

el club - poster

Una casa amarilla en un risco junto al mar en un pequeño pueblo chileno. Fríos, horribles y desgarradores secretos que guardan los cuatro sacerdotes que la habitan junto a una mujer que los cuida. “El Club” es una obra impactante que no tiene miedo de gritar directamente el abuso de la iglesia.

“El Club” es una película dramática del 2015 escrita y dirigida por Pablo Larraín (“No”, “Neruda”, “Jackie”).

Los 98 minutos del filme de Larraín, serán difícil de ver, pero imposible de separar los ojos de la pantalla. La historia se centra en cuatro curas, el padre Vidal (Alfredo Castro“Neruda”, “Tengo Miedo Torero”), el padre Ortega (Alejandro Goic“No”, “Una Mujer Fantástica”), el padre Silva (Jaime Vadell“Araña”, “Tengo Miedo Torero”) y el padre Ramirez (Alejandro Sieveking“El Invierno”, “Los Perros”) que viven en una casa en la costa de Chile y la mujer que los cuida, Mónica (Antonia Zegers “Los Perros”, “Tarde para Morir Joven”). La visita de un quinto integrante desencadena una serie de eventos que revelarán la razón por la cual los curas viven en esa casa. Todos guardan un secreto, han sido expulsados de la iglesia por algún tipo de acto indecente, llámese homosexualidad, pedofilia, entro otros.

Lo que logra el director es no mostrar nada explícito, pero por un magistral uso del guion dejarnos una imagen gráfica y asquerosa de los actos. La película comienza con una larga secuencia que carece de diálogos, algo que es recurrente en el cine latinoamericano, pero esta vez se logra, en base a eso, una ambientación incómoda que te anuncian que esta no será una experiencia para reírse. El filme en su totalidad cuenta con una colorimetría pesada en los tonos azules muy fríos junto con un juego de cámara que irá rotándose por planos que son difícil de ver por la cantidad de luz o el desenfoque de los mismos. Esto es a propósito para ir entendiendo que no es claro de ninguna manera lo que está sucediendo en el filme, pero de igual manera llega a ser un poco cansón para el espectador.

“El Club” tiene muchas peculiaridades a nivel narrativo, pero la que más llama mi atención es la construcción del guion. Se nos ha enseñado en que una historia siempre debe tener a un protagonista con el que uno pueda identificarse o que pueda estar de su lado esperando que triunfe, pero este filme hace lo contrario, una decisión que me encanta, todos sus protagonistas son detestables, personas que han cometido actos atroces, pero aún así no puedes dejar de ver que es lo que pasará con ellos. Esta grandísima crítica social que hace Larraín sobre la iglesia católica y cómo es que el horror se esconde en los lugares de santidad es excepcional. Hay fuertes contrastes en la narrativa que hacen que brille. La manera en la que los personajes niegan estar castigados y dicen que es una casa de retiro espiritual donde todo está bien y se la pasan orando y cantando, mientras que dentro de ella la realidad es otra. Todo va referenciando directamente la manera en la que el público ve a la iglesia y se intentan ocultar todos los rumores de las cosas negativas que han hecho.

Esta película cuenta con una sola víctima. Esta víctima es el verdadero catalizador de la historia, un hombre llamado Sandokan (Roberto Farías“Una Mujer Fantástica”, “Pacto de Fuga”) quien narra a gritos como un cura lo hacía practicar sexo homosexual de pequeño, probablemente contra su voluntad y poco a poco, en él, es que descubrimos que ha crecido creyendo que estos actos lo acercaban más a Dios y vive con este trastorno severo. Una triste lucha por justificar su pasado y no sentirse culpable de su ahora madura homosexualidad. Claro, todo se torna peor cuando ofrece niños a un cura para que le haga lo mismo. Es desagradable, horrible, pero esta obra audiovisual se trata de eso. Larraín logra poner en pantalla de manera artística y elegante con una excelente dirección las mentiras que se esconden detrás de lo que muchos ven como seguro.

Es difícil recomendar una película como esta, pero vale totalmente la pena. Es una de las experiencias más fuertes que he visto en el cine latinoamericano en mucho tiempo y me parece que es necesario un visionado para todos los amantes del cine. Este es el cine que me gusta, es desafiante, difícil y no tiene miedo de decir lo que quieres, utilizando también todas las herramientas artísticas que hay en la caja del cineasta. Definitivamente “El Club” es una gran película.

Calificación

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