Cuando pensamos en las películas del renombrado director David Fincher, pensamos en experiencias como la que deja “Fight Club” o “Seven”. La mayoría de sus películas son muy buenas y han sido la inspiración de muchos brindando una tensión estilizada que se queda en tu mente por mucho tiempo. Obviamente si nos dicen que sacará una película nueva todos los que seguimos el cine moderno nos emocionamos, es este caso fue “Mank”.
“Mank” es un drama biográfico que cuenta un poco de la vida Herman J. Mankiewicz, el hombre que escribió el guion de “Citizen Kane” y todo el proceso e historia alrededor de este hecho. Estrenó en el 2020 y es otra de esas películas que Netflix pone frente a la población mundial en medio del encierro pandémico.
El año 2020 vino con muchas sorpresas, lastimosamente buenas películas no es una de ellas. “Mank” no se siente ni luce ni fluye como una película dirigida por David Fincher, de hecho, no entiendo cómo pasó de una etapa de guion, que dicho sea de paso fue escrito por el difunto padre de David Fincher, Jack Fincher durante los 90’s. El guion busca contar una historia interesante, desenmascarar la verdad de que Orson Welles no hizo casi nada en el guion de “Citizen Kane” y que el verdadero crédito debió ser para Mankiewicz desde un inicio. Solo por es gancho podemos imaginar un emotivo viaje cinematográfico lleno de emociones y altibajos. De manera irónica, emoción, es lo que no tiene el filme.
Desde sus primeros minutos nos damos cuenta de algo en la narrativa. “Mank” estará llena de diálogo. Diálogos que solo buscan revelarnos toda la historia de manera directa. Esto es un desaprovechamiento del medio ya que, si quisiéramos escuchar todo lo que sucede, mejor ponemos un podcast o un audiolibro. La magia del cine viene del hecho de que puedes experimentar una historia por medio de esta fusión de muchas ramas del arte, pero en esta ocasión, no se llega a lograr. Quedamos con un desorden narrativo y una historia que requería más amor desde su guion.
Claramente la fotografía es una pieza importante del filme. Rodada en blanco y negro, buscando una iluminación de la época y emulando la textura tan característica del celuloide de las cintas de película, pero moderno, lo cual es extraño. Puede ser extraño porque no estamos acostumbrados a esta estética, claro, pero choca al ojo porque no sabes si está intentando lucir como las películas antiguas o como una moderna. Un ratio de aspecto ancho de 2.35:1 y claramente filmada en digital al mejor estilo de Fincher, lo cual es entendible ya que trabajar en digital es más fácil y rápido. Es la decisión inteligente. “Mank” cae en problemas con la fotografía de Erik Messerschmidt (“Mindhunter”, “Fargo”) que no llega a decidir cómo quiere lucir. Al comparar este filme con el look de “Citizen Kane”, se nota claramente la influencia y las ganas de una emulación, pero cae corto al no poder manejar el contraste ni la iluminación como se hacía en aquellas películas. Muchas veces no puedes ver nada bien y los efectos de día por noche son trágicos. Sientes que cada corte que se hace es de una película o época diferente, nunca se logra un look homogéneo que logre unificar el tiempo y el estilo de manera coherente.
La idea principal a la hora de contar una película es que exista un viaje emocional o lograr que el publico sienta las tensiones, el drama y esos grandes jalones que puede darnos el cine que hace que nos quedemos en nuestros asientos, pero al ver esta película lo único que siento son ganas de quitarla ya que este viaje emocional es inexistente. Es común ver a los críticos quejarse de los biopics por irreales o que son siempre iguales, la misma historia, pero por lo menos logran un gran impacto grande en el público. Con “Mank” no se encuentra el impacto. Nunca se llega a sentir el climax, ni la tensión y cuando pasan cosas, sientes que no importan. Las acciones de los personajes son intrascendentes. Hubo tanto potencial y tanto hype por la nueva película de David Fincher que es una lástima que quede decepcionando no solo a sus seguidores, sino también a su propio estilo audiovisual. Se nota un equipo de producción fuera de su zona de confort y una historia que no era para su dirección.
Siendo justos, no es una película mala, pero es una mala película de David Fincher. Desde su narrativa confusa y que parece que te cuenta varias cosas a la vez, pero realmente no dice mucho, hasta que llegas al final sin haber sentido nada, porque te das cuenta que la película entera no decía mucho. Es muy lindo que Fincher haya tomado el guion de su padre y llevarlo a la producción, pero hay que ser justos, no es un buen guion.
Todo lo que hace que Fincher sea Fincher, se pierde. No vemos a ese director obsesionado por los detalles que le encanta hacer el CGI invisible. El monocromo solo logra que todos los fallos en los efectos sean más evidentes y llegan a distraer.
Es difícil recomendar esta película, más porque no entiendo cuál es su público. Probablemente su nicho sea esos fans a morir de Orson Welles y “Citizen Kane”, pero la manera en que la película lo retrata es casi inexistente y casi insultante queriendo dejarlo como un dictador odioso que solo aparece para abrir y cerrar el filme.
Es posible que para un segundo visionado se sienta diferente, pero realmente dudo que pueda hacerlo pronto. Lo más rescatable son un par de monólogos disfrutables. Por ahora, solo es una película pasable.
Trailer: