
Nunca había visto una película bélica de un país que no hablara inglés. Poco a poco uno empieza a notar patrones en estas películas: violencia desmedida, balas por doquier, crueldades que a veces terminan glorificando la guerra o al país ganador—si es que alguien puede llamarse ganador. Algo así es la experiencia de “Warfare”.
“Warfare” es una película bélica del 2025 dirigida por Alex Garland y Ray Mendoza, producida por DNA Films y distribuida por A24.
Enterarse de que Alex Garland dirige un nuevo proyecto siempre emociona. Entre rumores de que ya no quería dirigir, y que de la nada aparezca con una nueva película, nos mantiene al borde de la silla. Anteriormente dirigió “Civil War”, una película bélica con un enfoque en los reporteros de guerra, aquellos fotógrafos que arriesgan todo para documentar los hechos. Eso fue muy interesante y una gran película, por eso me sorprendió que tan rápido volviera a la guerra, esta vez con “Warfare”. ¿Volvería a buscar otras perspectivas del conflicto? Esa era mi pregunta principal.
La historia sigue a un escuadrón norteamericano que, en medio de la guerra de Irak, queda atrapado en una casa esperando ser evacuado. Es eso: 95 minutos que se sienten en tiempo real. Más allá de esa sinopsis, no hay mucho. Aunque para justificar eso, desde el inicio, con texto en pantalla te dice que esta película está basada en los recuerdos de los que realmente vivieron esa experiencia.
¿Qué lo hace diferente? Pues que en esta película no hay medallas ni orgullo explícito. Pero debajo de todo, sigue estando ese mensaje de eficacia militar. Nadie muere (salvo uno que pierde las piernas) y “Warfare” termina siendo una obra que muestra lo “eficiente” del servicio militar estadounidense. Esto no sorprende, especialmente si uno, como yo, es latinoamericano. Vivo en un país que fue invadido por Estados Unidos y aún en Panamá vivimos las secuelas: violencia, armas, pobreza… pero eso jamás lo mostrarán. Lo importante es su poder, su fuerza. Y como en la película, no dudarán en usarla.
Algo que sí puedo rescatar de “Warfare” es su diseño sonoro. Ahí es donde más se nota el toque del director. No hay banda sonora tradicional, solo música diegética al inicio (un video de aeróbicos), luego silencio. Un silencio que se convierte en herramienta de representación del trauma. Después, el caos: múltiples conversaciones que te saturan, y eso también funciona.
Alex Garland es un director con ideas y formas poderosas, pero aquí hay algo que no cuadra. La historia carece de profundidad. Parece un ejercicio de estilo en una sola locación.
El casting, sin embargo, es fuerte. Ver a Joseph Quinn (“Gladiator II”, “A Quiet Place: Day One”) creciendo más allá de “Stranger Things” es un gusto. Y Will Poulter (“Midsommar”, “The Maze Runner”) se reafirma como uno de los actores más sólidos de su generación.
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